El ex subsecretario Pyme de la Nación habló sobre la situación apremiante del sector manufacturero y señaló qué políticas debería llevar adelante una futura gestión.

La disolución de la Secretaría Pyme agrega un factor de desprotección a las pequeñas y medianas empresas del país, que siguen perdiendo espacios de competitividad y capacidad de desarrollo, además de ser el reflejo del modelo que impulsa Javier Milei, según Pablo Bercovich, director de la consultora Marca Pyme. “En todos los países se pelean por ver quién es más industrialista, Argentina va a contramano”, aseguró.

“Esto que sucedió fue la institucionalización del desguace de todo lo que tiene que ver con la política productiva”, denunció el ex funcionario en diálogo con País Productivo. Lejos de pretender ser un defensor de la burocracia, explicó la importancia de contar con un organismo que marque el rumbo a las fabricas más chicas para ganar espacios dentro del mercado local y posicionar sus productos a nivel internacional.

“El Gobierno entiende que no debe incidir en la brecha entre las grandes empresas y las pequeñas o medianas”, aseguró Bercovich, que remarcó el paralelo que existe entre las posibilidades de las compañías “con más espalda” y las pymes en cuanto a investigación, desarrollo de diseño, innovación de productos, mejora de procesos, transformación digital, acceso a crédito y cuestiones relacionadas a lo comercial.

“La Secretaría Pyme de la Nación históricamente tenía herramientas no solo para la sensibilización en temas estratégicos, sino también para la capacitación y la asistencia técnica, con aportes no reembolsables para que las estructuras más chicas pudieran comprar bienes de capital, y poder producir más, exportar más y generar más trabajo, que es lo que a fin de cuentas lo que le interesa a un país”, insistió el ex funcionario.

El titular de Marca Pyme no se quedó solo con la situación interna, sino que expuso lo que pasa a nivel mundial: “Todos los países que quieren desarrollarse impulsan a las pymes. En todos lados, los candidatos se pelean para ver quién es más industrialista”, aseguró para sustentar su argumento respecto a la importancia de las políticas de productividad. “Lo vimos con Kamala Harris y Donald Trump, y nosotros vamos a contramano”, profundizó.

Efecto parripollo

Pablo Bercovich describió el escenario que se erige frente a los empresarios pyme en estos momentos y recordó que el año pasado fue muy duro para ellos con datos concretos. “La ONU para el Desarrollo comparó el crecimiento industrial de 80 países y el que más decreció en 2024 fue Argentina, es decir, fuimos el país en que más bajó la producción en el mundo”, agregó

“Y ahora que vemos despegue, hay algunos meses que son buenos, pero después se cae y luego trata de levantarse de nuevo, en la consultora lo llamamos piso pegajoso”, continuó el relato el entrevistado, que aclaró con énfasis que estos resultados surgen de una comparación con el año pasado, que fue de caída estrepitosa en las empresas y en la producción.

En ese devenir de la producción nacional el Gobierno asegura que la clave está en la eficiencia. A esa afirmación, Bercovich responde: “Hay una diferencia entre productividad y competitividad. Podés hacer todo bien, tener un producto espectacular, un proceso buenísimo, una transformación digital impresionante, pero tu participación en el mercado está ligada a cuestiones exógenas, de logística, financieras, al apoyo que tienen empresas de otros Estados”.

“No importa lo que hagas, si tenés que competir con una empresa brasileña que tiene el Estado atrás, que recibe apoyo con subsidios de tasas, con asistencia técnica y financiamiento, es muy difícil que puedas pararte de igual a igual. Tenés que reducir los márgenes de ganancia o no vas a tener muchísimo éxito”, agregó y remarcó que hay que dejar de lado esa idea de que el esfuerzo puede incidir en el resultado del mercado.

Este contexto preocupa cada vez más a los industriales y genera un nivel de desempleo superior al 10%, señaló el ex funcionario, que se insistió: “Lo que te dice el empresario es: ‘Estoy un poco descreído de esto’. Ven cómo están sus colegas o las empresas de otros sectores y empiezan a analizar justamente como se siente eso en la calle también. Por un lado, está el termómetro numérico y por otro lado el cultural”.

Las cifras que expuso el entrevistado son alarmantes: 250.000 empleos formales perdidos y el cierre de entre 15.000 y 20.000 empresas. “El operario que pierde su trabajo al otro día se abre un perfil en una aplicación de la economía de plataformas, por eso no se disparó el porcentaje de desocupación todavía. Pero supe que en estas aplicaciones ya hay lista de espera”, comentó.

Bercovich cerró su análisis sobre la situación actual con una alusión a la década de los ‘90: “Esa informalidad -esa economía de plataforma- es lo mismo que pasaba con los parripollos y las canchas de paddle que se armaban cuando te despedían y con esa indemnización te ponías un negocio. Al poco tiempo se fundía, porque nadie quería o podía seguir consumiendo”.

Volveremos y seremos producción

“Somos industrialistas, porque la industria genera 3 millones de puestos de trabajo directo, paga un 42% por encima del salario promedio dentro del sector privado, tiene mucha más formalidad, implica casi el 60% de la inversión nacional y la agroindustria representa el 58% de las exportaciones”, expresó con énfasis el entrevistado haciendo referencia a su inclinación peronista.

“Cuando nos toque ser gobierno de vuelta, vamos a tener que trabajar fuertemente y sin tapujos en una reconversión, pero como buena palabra. Nosotros no somos Milei, no podemos elegir a los sectores estratégicos y dejar que los otros fenezcan. Tenemos que pensar que podemos hacer para que todos los segmentos productivos tengan niveles de competitividad altos más allá de su productividad y puedan meterse en nichos competitivos en serio; que puedan exportar”.

Con la meta en ordenar las políticas industriales, el entrevistado no solo dijo que sueña con el regreso del peronismo al poder, sino que se imaginó que una posible medida podría implicar acercar la ciencia a la actividad manufacturera. “Tenemos que lograr que el sector de la biotecnología, el del petróleo y el gas tengan incorporen esas plataformas de conocimiento para ser Noruega y no Nigeria. Hay muchos países que tienen recursos naturales, pero hay pocos que pueden agarrarlos y generar valor a partir de ello y desarrollarse”, cerró.