(Por redacción País Productivo) La crisis económica que atraviesa Argentina, lejos de mermar, parece estar acelerándose.

Según informó hoy el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), el PBI se contrajo 0,1% en el segundo trimestre respecto al primero, lo que se traduce como la primer baja en un año.

No obstante, en la comparación interanial marcó una recuperación del 6,3%, aunque este «salto» responde a que la base de comparación es sumamente baja.

El principal motor de la economía, el consumo privado, mostró una baja intertrimestral del 1,1%, reflejando el deterioro del poder adquisitivo de los hogares. En paralelo, las exportaciones descendieron 2,2%, afectadas tanto por la caída de los precios internacionales como por una menor demanda externa. La inversión también tuvo un desempeño negativo en el período, con una retracción del 0,5%.

En cuanto a la comparación interanual, dentro de los componentes de la demanda agregada, la inversión fue el rubro más dinámico en comparación con el mismo trimestre de 2024, con un crecimiento interanual del 32,1%.

Este repunte fue impulsado principalmente por la compra de maquinaria, equipo y vehículos de transporte, especialmente de origen importado, lo que sugiere una mayor confianza de ciertos sectores empresarios respecto del mediano plazo.

En la misma línea, el consumo privado creció 9,9% en términos interanuales, mientras que las exportaciones se expandieron 3,3% y el gasto público mostró un leve incremento del 0,6%. Estos datos, sin embargo, contrastan con la debilidad exhibida en la comparación trimestre contra trimestre, lo que evidencia una economía aún frágil y sensible a cambios coyunturales.

Desde el punto de vista sectorial, se destacaron fuertes avances en actividades como la intermediación financiera (+26,7%), el sector de hoteles y restaurantes (+17%) y la construcción (+10,6%). Estos sectores se vieron favorecidos por una mayor circulación de personas, la reactivación del crédito y el empuje de la obra privada, respectivamente.

No obstante, el informe también expuso fuertes disparidades al interior del aparato productivo. La pesca fue el sector más golpeado, con una contracción del 42,2% interanual. La actividad estuvo seriamente afectada por un conflicto sindical prolongado, sumado a una crisis estructural vinculada a la caída de las exportaciones pesqueras, que no logró ser compensada por el consumo interno, reflejando las tensiones persistentes en algunos rubros de la economía real.