(Por redacción País Productivo) El empresario textil describió la lucha del sector contra el gigante chino y las plataformas de venta. Si bien celebró la iniciativa conocida como “Ley anti Shein”, mostró desconfianza en cuanto a su tratamiento en el Congreso.
“El famoso puerta a puerta viene a destruir el aparato productivo nacional”, recalcó Mauro González, presidente de la Confederación Federal Pyme Argentina. La realidad que enfrenta diariamente le permitió asegurar que la situación empeora cada vez más. El último peso a soportar son las aplicaciones que permiten al consumidor comprar en el exterior y hacer operaciones sin moverse con precios que afectan fuertemente la competitividad.
La explicación sobre cómo se forman los precios de la ropa en Argentina ya quedó fuera del eje de discusión para el empresario, que aseguró que este tipo comercialización internacional le quitó al emprendedor, incluso, la oportunidad de convertirse en importador para sobrevivir. “Ahora ya ni siquiera existe esa posibilidad, porque una persona puede usar una plataforma china y recibe el producto en su casa”, agregó.
El fenómeno de la fast fashion se suma a otros problemas de competitividad de los fabricantes de indumentaria locales como la carga impositiva. “Para nosotros esto es alarmante. Si tenemos que confeccionar la prenda y tenemos que comprar las tintas o una tela que no se fabrica en el país, pagamos impuestos. Este es un tema que hay que discutir”, reclamó el empresario textil.
Inmediatamente después de hacer esa afirmación, el entrevistado aseguró con resignación que la industria no está en la agenda del Gobierno nacional y que el cierre de la Secretaría de la Pequeña y Mediana Empresa eliminó toda chance de comunicarle a los funcionarios las inquietudes del sector. “El presidente nunca ha mencionado la palabra pyme. Y ahora ya no tenemos un lugar donde proponer o hacer planteos sobre lo que nos está sucediendo”
“Nosotros no estamos en contra de la importación, estamos a favor de la compra internacional de insumos y tecnología para la ampliación de la capacidad productiva. Pero no podes traer bienes terminados que destruyan la matriz productiva nacional”, insistió González.
El crédito tampoco aparece como una herramienta viable para surfear el momento apremiante de los empresarios industriales en general. “Estamos en tasas de 120% anual en cambios de cheques, pero tenemos una inflación del 30%. Hay algo que no cierra en esa ecuación. Si voy a tomar un crédito, estoy comprando un salvavidas de plomo. No me salva, me hunde”, dijo para terminar de pintar el panorama que se está viviendo.
La onda expansiva del daño
“En junio se compraron US$15 millones por esta plataforma, esto viene incrementándose de manera exponencial. La gente va probando. Es como el famoso todo por dos pesos: hay algo barato y lo compro”, describió González que luego marcó una de las primeras consecuencias que la caída del trabajo argentino. “Si no tenemos empleo, no tenemos consumidores. En un mundo capitalista, necesitamos consumidores”, agregó.
Según su experiencia como empresario, la inercia empuja los efectos más allá de la pérdida de puestos de trabajo que avanzan sobre los locales a la calle que empiezan a cerrar. Esto no solo afecta al sector industrial, es decir el hilado, la tejeduría, la tintorería, de la confección, sino también al sector comercial. ¿De que te sirve tener un negocio en la zona céntrica, si la persona lo puede comprar desde su casa?”, remarcó.
En su visión, un tanto pesimista del futuro, el empresario se animó a anticipar un posible desenlace: “No se ve todavía el impacto, pero en el mediano y largo plazo vamos a ver que estos centros comerciales se van a un desierto total de la actividad. Es una tragedia, por más que te conviertas y armes una plataforma. La apertura indiscriminada de la importación puerta a puerta viene a destruir de cuajo el comercio y la industria argentina.
Una solución lejana
La noticia del impulso de una ley para frenar el impacto de la venta por aplicaciones puerta a puerta se hizo notar la semana pasada en los medios de comunicación y aunque González celebró esta propuesta de la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria, una vez más, analizó las posibilidades del resultado con una visión poco optimista.
“La Ley anti Shein es una buena iniciativa, pero tenemos un Congreso en el que cada vez es más difícil debatir y poner temas en agenda. Además, un presidente que veta cada asunto que beneficia a la sociedad. Va más allá del déficit fiscal, es una cuestión política”, expresó con desconfianza.
Después de recordar el intento fallido de sancionar la emergencia pyme, el empresario volvió a recargar tintas en contra de la gestión libertaria. “Estamos ante un Gobierno que mintió, que está defraudando a la sociedad, que no ha hecho nada de lo que propuso y que ha empeorado todas las variables de producción que tiene el país”.
Ante la situación apremiante, González propuso dos medidas urgentes para aliviar la carga del sector: reactivar el consumo y favorecer la financiación. Una vez más tuvo que dejar de lado su entusiasmo y reconocer que ninguna de estas dos opciones están en la agenda oficial. “Si no quiere estimular el consumo, que facilite el sistema de crédito para los sectores productivos con una tasa subsidiada para que pueda reactivar”, enfatizó.
A modo de cierre eligió describir la delicada situación financiera de los emprendedores del rubro: «Ya no alcanza el ahorro que tiene la industria, estamos en un escenario crítico donde comienzan a crecer las deudas».