(Por redacción País Productivo) El peor de los escenarios posibles acaba de hacerse realidad para el Gobierno nacional y su plan económico: la elección legislativa de medio término en la Provincia de Buenos Aires culminó con una contundente derrota de La Libertad Avanza en manos de Frente Patria, que engloba a las diferentes expresiones del peronismo.

La magnitud de la derrota fue impensada, ya que la alianza encabezada por el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, la expresidenta Cristina Kirchner y el lider del Frente Renovador, Sergio Massa, superó por 14 puntos porcentuales al oficialismo (47,2% a 33,7%), algo que no estaba previsto ni por el peronista más optimista ni por el liberal más pesimista.

Tamaña caída da por sentado un «lunes negro» en los mercados, en primera instancia, y fuertísima presión volatilidad del mercado de cambios en los próximos días. Si bien esta situación ya se venía dando en las últimas semanas, cuestión que obligó al Gobierno a abandonar su política de no intervención y ponerse a vender dólares en el mercado cambiario – entre otras medidas -, lo que se viene tendrá otra magnitud.

Para tener una idea: el «dólar cripto», la cotización que «nunca duerme», se movió entre los $1.450 y $1.500 tras conocerse los resultados de la elección, lo que implica una suba de $50 a $60 respecto a la cotización de ayer. Eso puede servir como una suerte de referencia para la apertura de los mercados, teniendo en cuenta que el dólar oficial cerró a $1.380 la semana pasada.

Lo cierto es que habrá que esperar a la apertura de los mercados, pero los operadores dan por descontado una suba en el dólar. De hecho, el JP Morgan, el banco de inversión más importante del mundo, publicó días atrás dos escenarios probables de impacto en los mercados teniendo en cuenta los potenciales resultados electorales: uno con una derrota de hasta 5 puntos por parte del oficialismo y otro con una caída aún mayor, al cual le asignó poca probabilidad. Y eso fue justamente lo que paso.

Según JP Morgan, una victoria «arrolladora» del kirchnerismo provocaría a que el Gobierno cuente con un «menor margen para que la administración reaccione con tasas reales más altas; el tipo de cambio probablemente llegaría al techo de la banda; se produciría una pérdida de reservas internacionales para absorber pesos; la actividad económica sufriría más, ya que las tasas reales no cederían incluso con drenaje de reservas; habría ayor presión sobre las cuentas fiscales; el tipo de cambio real necesitaría estabilizarse en un nivel más depreciado para asegurar un mayor superávit comercial y menor demanda de dólares por parte de los hogares; y se buscaría garantizar el pago de deuda de mercado en 2026 sin esperar acceso a mercado para entonces». Básicamente, devaluación, quema de reservas, mayor ajuste y tasas por el cielo.

La reacción del Gobierno

Las primeras reacciones del Gobierno, tanto del Presidente Javier Milei, como de su ministro de Economía, Luis Caputo, fueron de asegurar que el actual rumbo económico seguiría como tal, e incluso se profundizaría.

“Vamos a seguir defendiendo con uñas y dientes, y con todo lo que tengamos, el equilibrio fiscal. Vamos a seguir manteniendo la fuerte restricción monetaria. Vamos a mantener el esquema cambiario. Vamos a seguir redoblando esfuerzos en nuestra política de desregulación. Vamos a seguir mejorando en nuestra política de capital humano. Vamos a seguir manteniendo las reformas”, dijo Milei en su discurso en el bunker de LLA, rodeado de su gabinete, al momento de admitir la derrota.

Pero entre esos funcionarios que acompañaron a Milei no estaba uno de los más importantes: Caputo no se acercó hasta el bunker, pero lo que sí hizo fue publicar un escueto mensaje en su cuenta oficial de X tras las palabras del Presidente: “Nada va a cambiar en lo económico. Ni en lo fiscal, ni en lo monetario, ni en lo cambiario”. O sea, seguiría todo tal como está, aunque eso, todo el mundo lo sabe, no será posible.

La firmeza de Caputo en su cargo es endeble o, por lo menos, así lo entiende el mercado. Hay serias dudas en este ámbito respecto a si el Gobierno podrá afrontar los próximos vencimientos de deuda en las semanas venideras, que superan los US$ 4.500 millones. En Economía entienden que «no es una opción» no cumplir con las obligaciones de deuda, pero son demasiados los frentes financieros que tiene abierto el Gobierno, que ve en el interín como los dólares se le escurren por los dedos.

Los «grandes jugadores» del mercado y el poder económico real del país están seguros que tras esta apabullante derrota electoral tiene que «haber cambios». Esto puede ser adoptar otras estrategias, modificar metas y políticas, refrescar nombres, etc. «Cambios» es la palabra elegida, porque de aquí a las elecciones legislativas nacionales del 26 de octubre queda una eternidad y el Gobierno tiene que saber pilotear esta tormenta lo mejor que pueda.