(Por redacción País Productivo) Elecciones, Trump, slavataje, bonos, dólar. Seguramente son las palabras que más escuchamos nombrar en las últimas semanas, alarmando a la sociedad de que Argentina estaba en problemas. Pero la economía real, la productiva, la que invierte y genera puestos de trabajo, está más que complicada.
Y de hecho, así lo demuestra el último informe de la consultora Orlando Ferreres & Asociados, que asegura que la economía nacional entró en recesión en el tercer trimestre de 2025, algo que ya se venía observando en las estadísticas oficiales.
El trabajo indicó que el Índice General de Actividad (IGA) – elaborado por la consultora – registró una caída mensual del 0,8% en septiembre.

“De esta manera, el tercer trimestre del año cierra con una baja de 0,3% respecto del segundo. De confirmarse esta cifra en las cuentas nacionales, estaríamos frente a una recesión en sentido técnico”, precisó Ferreres en su análisis.
La serie desestacionalizada del IGA se ubicó un 0,9% por debajo de su pico alcanzado en junio, nivel similar al registrado en febrero. Esto confirma que, tras el fuerte rebote observado entre el último cuatrimestre de 2024 y el inicio de 2025, la economía comenzó a enfriarse sostenidamente durante siete meses consecutivos.
Factores como la debilidad de los salarios reales y la volatilidad financiera afectaron el crédito y la inversión, generando un entorno poco propicio para la expansión.
No obstante, la consultora destacó un cambio en el clima económico tras las elecciones legislativas del último domingo. “El resultado electoral favorable al oficialismo relajó la tensión cambiaria y parece restablecer la confianza sobre el modelo económico. Por sí solo esto no logrará reactivar la marcha de la actividad, pero ofrece un contexto más favorable para recomponer los ingresos, el consumo y la inversión, llevando a una salida del actual estancamiento”, sostuvo Ferreres.
En términos interanuales, el IGA mostró un avance de 4,1% en septiembre, impulsado por el desempeño positivo del sector financiero y de petróleo y minería, este último beneficiado por un salto del 13,6% en la producción de crudo. En contraste, la industria manufacturera volvió a ser el principal freno de la actividad, reflejando el impacto de la baja demanda interna y las dificultades en el acceso al financiamiento.
Pese al freno reciente, entre enero y septiembre la economía acumuló un crecimiento del 5,7% respecto al mismo período de 2024, lo que muestra que el año aún mantiene un balance positivo. Sin embargo, la pérdida de dinamismo observada desde marzo y las condiciones financieras restrictivas obligan a mirar con cautela la evolución del último trimestre.
De cara al cierre del año, Ferreres proyecta que el desempeño económico dependerá en buena medida de la estabilidad cambiaria y de la capacidad del Gobierno para estimular el consumo y la inversión sin desbordar el equilibrio fiscal. “La confianza es un punto de partida necesario —concluye el informe—, pero deberá ser acompañada por medidas concretas que mejoren el poder adquisitivo y reactiven el crédito productivo.”
