(Por Juan Manuel Colombo) Épico, inesperado, batacazo, espaldarazo, paliza. Sobran los adjetivos de lo que sucedió anoche a las 21 horas cuando se conocieron los resultados de la elección legislativa, en la que el oficialismo, con la figura del Presidente Javier Milei a la cabeza, arrasó a nivel nacional, obteniendo una victoria tan impensada como impresionante.

No solo sacó un 40,7% de los votos en todo el país, aventajando en más de 9 puntos al peronismo – a pesar de la situación económica y financiera que vive el país, sumado a los traspiés en la campaña como fue el caso Espert -, sino que también logró remontar los 13 puntos de diferencia que dejó en la provincia de Buenos Aires las elecciones legislativas del 7 de septiembre, para ganarla por un punto. Además, se impuso en 15 de los 24 distritos. Una elección casi perfecta.

Esto no solo se convierte en un amplísimo respaldo de la ciudadanía al programa económico y político de Milei, sino que también plantea una composición diferente del Congreso, sumando muchísimas bancas para la Libertad Avanza, y reduciendo el poder de fuego de la oposición.

Por ejemplo, el Diputados sumaron 55 diputados, pasando de 38 a 93, que si bien no consiguen por sí solos aprobar leyes u obtener quorum, ya pueden defender los vetos presidenciales en soledad. Más allá de que deberá negociar con los gobernadores provinciales y otros partidos de la denominada «oposición dialoguista» para tener la mayoría en ambas cámaras, ante tan contundente victoria, el camino está más que allanado.

En el Senado, el oficialismo pasó de 8 a 20 bancas, que contando a legisladores del PRO, la UCR y provincialistas, tiene el quorum y proyectos de aprobación simple asegurados.

Como se dijo, el Gobierno deberá negociar y todo indica que es algo que va a suceder y es un apoyo que se va a cristalizar. «Por fuera de los inadaptados de siempre, que piensan que la economía se arregla haciendo la danza de la lluvia y solo saben poner palos en la rueda, hay decensa de diputados y senadores de otros partidos con los que podemos encontrar acuerdos básicos», dijo Milei ayer en su discurso de celebración de la victoria.

«Nos alegra saber que en muchas provincias la segunda fuerza no fue el kirchnerismo sino el oficialismo provincial. Oficialismos que son actores racionales, pro capitalistas y a los que uno más uno les da dos. Es por eso que queremos invitar a la gran mayoría de los gobernadores que tendrán representación parlamentaria a discutir en conjunto estos acuerdos. En definitiva, ahora sí podremos traducir en leyes las consignas del Pacto de Mayo», agregó y aseguró que se verá «el Congreso más reformista de la historia».

Más allá de la calma que esto lleva a los mercados financieros y que cumplió con la exigencia del Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de ganar las elecciones para recibir el «salvataje» económico – ya fue felicitado por él y por el secretario del Tesoro, Scott Bessent -, Milei podrá ahora impulsar las reformas de segunda generación: laboral, tributaria y previsional.

Si bien de estas dos últimas no se conocen muchos detalles, sí se sabe qué es lo que busca el oficialismo en lo laboral.

Días atrás, el secretario de Trabajo, Julio Cordero, indicó en el 61° Coloquio de IDEA que entre los cambios que plantearía el Ejecutivo se encuentra un esquema que premie la eficiencia y el esfuerzo individual por sobre convenios «rígidos y uniformes que ya quedarón atrás».

Esto implicaría ir hacia «incrementos salariales dinámicos» y agregó: “Necesitamos encontrar elementos que permitan diferenciar la eficacia de cada trabajador. Hay que beneficiar a quien pone más entusiasmo, sin perder la solidaridad del sistema”.

En este caso, siguiere un salario básico o «socializado» y otro flexible en donde se llevé a cabo esta intención de premiar «la eficacia de cada trabajador».

“Eso ya ocurre fuera de convenio; nosotros queremos incluirlo en la negociación colectiva, con los sindicatos, de manera transparente y moderna”, marcó Cordero, sin dar más detellas.