(Por redacción País Productivo) Con el dólar cotizando en el techo de la banda y con las elecciones a la vuelta de la esquina, el Gobierno decidió abandonar su política de no intervención en la economía y saldrá a vender la divisa norteamericana en el mercado de cambios.

«El Tesoro Nacional anuncia que a partir del día de la fecha participará en el mercado libre de cambios con el fin de contribuir a su liquidez y normal funcionamiento», publicó el secretario de Finanzas en su cuenta oficial de X.

De esta manera, el Gobierno juega su última carta para contener al dólar, teniendo en cuenta que ya ni sus operaciones en el dólar futuro ni la suba de las tasas de interés, que triplican a la de la proyección de la inflación, dan resultado.

En este caso no será el Banco Central (BCRA) que se sumará como jugador en la «mesa de dinero», sino que será el mismísimo Tesoro Nacional el que lo hará.

Dos factores hacen que el Gobierno decida «blanquear su intervención». El principal es el económico, con varias puntas para prestarle atención. La primera es la inflación, ya que este movimiento del dólar recalienta los precios y ya se espera que el IPC de agosto se ubique por encima del 2%.

El otro es que al Ministerio de Economía cada vez le cuesta más refinanciar la deuda en pesos, más allá de que la tasa ofrecida triplica a la inflación. Planchar aún más el dólar supondría hacer este activo menos tentador.

Por otro lado, todas las variables de la economía real tienen resultados negativos: consumo, nivel de actividad, recaudación, poder adquisitivo, etc.

Pero también está el factor político: las elecciones bonaerenses y nacionales presentan un final abierto, mientras que el escándalo de las coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad, cuyas esquirlas impactan directamente en la Secretaria General de la Presidencia, mano derecha y hermana del Presidente, Karina Milei.

Lo cierto es que la economía vuelve a contar con escasos dólares, con el agro desinflándose tras lo que fue la abultada oferta de la divisa norteamericana durante la rebaja temporal de las retenciones, con la compra récord por parte de particulares para atesoramiento y con la sangría que supone las compras y vacaciones en el exterior. Resultado: reservas negativas estimadas en US$ -8.000 millones.